20 de diciembre de 2010

Regalo inolvidable

Nazco en ti cada mañana; vivo en ti cada día

Tu voz se mezclaba con frío y neblina
cuando lentamente avanzaba la noche.
Te fuiste de pronto y la espera sin prisa
me hacía respirar preocupado e insomne.

La puerta, entreabierta, la luz temerosa
dejaban atisbos a la incertidumbre.
El tiempo engañaba a la mente ociosa
que anticipa hechos por mera costumbre.

Así apareciste, tus ojos brillaban
y el canto sublime entonabas.
Los pasos muy lentos que ya se acercaban
la rigidez cruel me quitaban.

Tú, siendo testigo de un año naciente
llevas en tus manos el hermoso obsequio:
el sólido espacio del deseo ferviente
que alimenta a diario la fe de este necio.

Pedí ante tu rostro: seguir siempre juntos,
volar por la vida tomando las manos.
Con el corazón deambulamos por mundos
que construimos al paso de los años.

Me das una paz que sólo en ti encuentro
y perdura sobre los días tortuosos.
Pero limitado, a veces los siento
sin ver que a tu lado son todos hermosos.

El miedo no existe detrás de tus labios
que cantan la dulce melodía de tiempo,
en tonos angélicos, suaves y sabios
volando en un baile que va con el viento.

A ti, por ser testigo de la vida a la que das fuerza y alegría

10 de diciembre de 2010

Por estar aquí

Un instante contigo es suave brisa que disipa el calor de los deberes

¿Por qué de pronto me secuestra el mundo? ¿Qué finalidad tiene la desaparición? Me acosa una somnolencia y parece que tengo dos visiones, como si la realidad se bifurcara ante mis ojos. Deberes, obligaciones, atareos, todos son veneno y con un sorbo pierdo el tiempo. No lo merecemos.

Voy a buscarte, mi vida, porque estás justo detrás de la mirada seria que en ocasiones cargo. Voy a perseguir tu voz pacífica, la canción que emites cuando el sol brilla al mediodía. Voy aspirando tu fragancia, en el rostro que me conduce por parajes serenos y bellos.

Y estoy aquí, mi amor, porque inyectas a cada día una gota de felicidad por cada segundo de rutina. Y te amo más, aquí en este planeta y en todos los que podría habitar. Te creo como parte de un presente, como ese obsequio que se desenvuelve solo conforme pasa el tiempo.

Quedan atrás los problemas, Mujer de Amor; se disuelven las quimeras y la realidad me lleva a ti. Se realizan todos los sueños en este mismo instante. Despacio aterrizo y tus brazos me sujetan; nuestras mejillas se unen y existo, tan tuyo.

Se recrea un beso nuevo, el manantial de agua eterna que nutre la vida misma. Tu contorno está dibujado entre mis manos, mientras escucho tu respiración pausada y lenta. Sigo aquí, contigo en la vida que se nos confiere. Tan presente que ni siquiera hay cabida a otros contextos. Estando aquí, Cielo Despejado, te pertenezco; estando aquí, soy real.

El amor de nosotros es así, de aquí y ahora.

A ti, dulce melodía de batalla

2 de diciembre de 2010

Tan tuyo, tan real

Mi paraíso, mi eternidad, tú

¿Dónde está esa sonrisa que tus ojos arrebatan? ¿Dónde está la paz que nace de tus labios carmesí? ¿Adónde fue el presente que de tus manos escapa? No puedo verlo, no con estos ojos, trabados de teoremas y sistemas complejos. No puedo ver como tú, Ángel de mis Sueños, pues el velo de este mundo vertiginoso me roba la inocencia. ¿Dónde puedo recuperarla, si no es tu amor, que se evapora con cada parpadeo, para condensarse en cada beso y hacerse sólido en tus brazos calurosos?

Aquí te veo, tan real como una gota de agua que se resbala por mi piel. Aquí te siento, tan tibia como el mediodía en el invierno nefasto. Aquí estás, de nuevo en tu pacífica caminata por el día, por la noche. ¿Cómo puedo hacer para tener tus pasos, para flotar por encima del asfalto y volar sin alas? Yo sé que tú guardas ese secreto, y ansiosa deseas revelarlo, como ansioso deseo saberlo. Y en mi propia amargura de antaño, no puedo esperar, haciendo que el mundo caiga sobre mis hombros.

Haces más ligera cada montaña, para que yo pueda cargarla sobre mis hombros. Permites que la lluvia sea un concierto de notas hermosas, donde se repite una y otra vez la frase trisílaba que nos rapta, nos ahuyenta de la realidad. Y correspondo en un beso tibio, como el mismo magma que está en el centro de la Tierra. Tu mirada tan cercana, tan dulce, hace que cualquier duda y temor salga despavorida de mi cabeza. La propia cabeza mía desaparece, cediendo el sitio a cada latido que te gusta escuchar.

La noche ya llega y estoy aquí, tan tuyo, tan real, que no quisiera moverme ni un ápice. Y estoy flotando sobre un oceáno que tiene tu nombre, pequeño y fuerte, diminuto y sagital. La cobardía no tiene lugar de ser, pues este Edén nos ha sido conferido, para darle un sentido a cada segundo, que es sinonimia de mil años.

No quiero desaparecer, si no es contigo, Amor de mi Vida, Dulce Panacea que ahuyenta cualquier sentido del honor y el deber, para dar lugar a la abstracción más real que conoce cualquier ser humano. Ya sabes quién y qué soy, incluso si a veces no puedo verlo. Y me tienes, de nuevo, por siempre, en cada parpadeo.

Soy simplemente yo, tan tuyo, tan real...

A ti, fortaleza del débil felino

24 de noviembre de 2010

Por el afán de querer

Nada me abruma si tengo la claridad de tu amor

¿Has notado que en ocasiones el silencio me abraza, que las palabras duermen dentro de mi boca y el mismo aire que las articula parece escaparse de mí? ¿Has visto cuando se pierden mis ojos en una vastedad desconocida a simple vista, como queriendo dibujar a Dios mismo con un solo dedo y trazar cada rasgo de alguna invisibilidad? ¿Has escuchado alguna vez el silencio intermitente de los latidos que se van apresurando cuando te acercas en el límite que únicamente tú puedes rebasar porque te pertenece?

Mira qué situaciones nos llevan a pensarlo...

Y de pronto te digo "Amor", concretando el sustantivo abstracto que a veces es imposible de definir. Y te vivo, te experimento; eres más un acontecimiento que un ser humano. Pareciera que toda una colectividad se deposita en cada palabra que pronuncias, en tonos distintos y musicalidad sublime. El mundo marcha a una velocidad que es terrible, y tú eres como una gota que cae en el suelo y detiene cada centésima de segundo.

Mira qué locura la mía, para dejar de medir el tiempo...

Y un beso... ¡Dios Santo, un beso! ¡Cuán supremo es el título que obtenemos cuando unimos nuestros labios, cuando apenas se esboza un contacto entre el aliento dulce que de nosotros emana. Y absorbemos un poco de nuestra humanidad, yo bebo un poco de tu celestial entorno, y revitalizo cada célula de mi organismo. Se pierde la batuta para dirigir los neurotransmisores, y llega de nuevo un letargo pacífico donde el sueño redunda en ti, en ti, en ti.

Mira qué afán, por el afán de querer...

Quiero tanto pero al tiempo quiero nada, porque en quererte sé que quisiera prescindir del mundo, sin querer profanar la esencia de lo que querer significa. Pues tengo lo que de ti es, tu amor, tu oído, tus besos, tu ser. Qué hice para merecerte, no lo sé; lo que sí es que por el afán de querer te siento dentro de cada gota de sangre. Escucho al viento y es tu voz que susurra en mi quietud que todo estará más que bien. Te amo, y por el afán de querer, quiero amarte hasta que me duela, si bien el amor no conoce el dolor y el dolor no tiene cabida en el amor.

Mira, que por el afán de querer te quiero más de lo que quiero quererte.

A ti, mi afán más grande y único, sólo tú

17 de noviembre de 2010

Aquí y ahora

Acostumbro soñar y creo que en hacerlo se me va la vida. Despierto y la cristalización de tales quimeras escapa de mi raciocinio, pues es como dibujar sin lápiz sobre un papel invisible. De vez en vez creo que no estoy dormido, ni despierto, sino que floto en algún estado límbico de inercia venenosa. De pronto pienso en ti, con cada neurona y partícula de mi espíritu.

No me gusta ausentarme, ver en mi propio espejo una imagen quebrada, incompleta. Si me veo en tus ojos, es más sencillo, porque tal como tú me observas existo: en una manera irrepetible, sólo por ser yo, sólo por estar. Voy a desprenderme de la ciencia, de la herencia humana que mi intelecto balancea y con la que hace juegos malabares. Todo ello para hacer un corte transversal y burlar a la historia.

Voy a desaparecer de mis labores, de mis deberes y solamente involucrarme con el tiempo que me atañe, mismo que debe ser digerido contigo. Aquí y ahora eres tú, el presente que se conjuga en una tranquilidad que mis ojos velados suelen soslayar. Y la testarudez propia de mi diario acontecer me devuelve a tus ojos oscuros y brillantes. Es cuando digo que el tiempo se detiene, cuando acontece la pausa sempiterna y hasta los mismos latidos cesan su compás.

En ocasiones prefiero no dormir, no descansar, pues tu compañía es una frazada que me cubre del frío, que me reconforta y simultáneamente me dice que todo estará como debe estar, como está diseñado para estar. Sólo nosotros, solos, aquí.

Permíteme estar también en ti, en el hoy, en el sí, en el día y la noche que nos obsequia memorias y vivencias sin fin. Ser tu cobijo, tu refugio, y caminar con mi vista puesta sobre cada adoquín del sendero que lleva nuestro recuerdo y nuestro magnífico plan. Seremos tanto que la vida tendrá que tejerse más bolsillos para guardarnos. Por lo pronto estaré contigo, aquí y ahora, donde estoy dispuesto a todo para vivirnos, para vivirte y no soltarte jamás.

Es lo que nos corresponde, lo que me ha conferido la vida: la razón más importante para transgredir el curso del tiempo y del espacio. Aquí y ahora eres tú.

A ti, porque eres el espacio donde el presente se cristaliza.

10 de noviembre de 2010

En tus brazos (o Sintiendo un calor en el invierno)

En ti, sólo en ti, por siempre, contigo

No logro distinguir los senderos que me conducen hasta cierto sitio que únicamente identifico por nombre. Estoy por dar el primer paso y vuelvo a detenerme, como si el viento soplara en mi contra. Parece que voy a caer, pero no lo hago.

No sé si el mundo me abruma o yo permito que lo haga; lo que sé con certeza es que hay una sensación de serenidad que no suelo inteligir con mucha destreza. Un aroma a jazmines y huertos bañados con neblina me enerva lentamente. ¿Qué es?

Ya el abismo se va conviertiendo en un lago congelado bajo mis pies, con una superficie lisa y rígida, pero sin el frío que caracteriza al mismo mar boreal. Doy pasos firmes, quizá lentos, pero no titubeo, porque allá está mi destino.

Quiero abrir mis brazos como si fueran alas, pero algo los sujeta, como una fuerza, como una prenda que no los deja extenderse. De nuevo, ese calor suave se convierte en una suerte de remedio para esta temible circunstancia.

Ya sé que es tu nombre el que tienen los lazos que me sujetan con una suavidad sin igual. Ya sé que son tus ojos los que emiten esa luz que me permite vislumbrar señalamientos invisibles a ojo desnudo.

No estoy en el mundo, sino en tus brazos.
¿Cómo escapar, si no quiero salir de aquí?
¿Cómo despertar, cuando la misma consciencia es lo que estoy observando con ojos cerrados?

Tus brazos, fortaleza mía, son los que me sostienen, los que no me dejan caer; son los que me mantienen de pie
y me elevan por encima del suelo para flotar en la quietud de tus palabras, de tu respiración.

En tus brazos está mi morada, aun si hace frío o calor, pues encuentro el punto neutro donde sentir que
nada hace falta, sólo tiempo eterno que no pause lo magnífico de este Edén.

En tus brazos quiero vivir, aunque morir no tiene lugar a pensarse.
En tus brazos encuentro mi energía, pues son la misma garantía de una debilidad inexistente, aunque atribuida
a mis noches y días, que escapa a tu perspectiva, siempre amigable, siempre fiel.

En tus brazos estaré, hasta que el último suspiro salga por mi boca.

A ti, poder dulce que suaviza a las rocas

3 de noviembre de 2010

Creíste que no lo sabría

Cuando veas la luz sobre el cielo, sabrás que es por ti

Creíste que no sabría
pero estaba taciturno viendo el paso de los años por el mundo de los vivos.
Creíste que no sabría
cuando cerrabas los ojos y pedías un beso tierno que te llenara de sueños.
Creíste que no sabría
y no viste ya mis manos dibujando en tus mejillas una esperanza no en vano.
Creíste que no sabría
mas estuve ya inspirado por tu respiración lenta de música silenciosa.
Creíste que no sabría
conteniendo las rabietas en impulsos de un humano que se guarda los rugidos.
Creíste que no sabría
aspirando tu perfume en la oscuridad del valle donde escuchaba tus pasos.
Creíste que no sabría
durmiendo y sobresaltando los párpados tan ausentes de un planeta en agonía.
Creíste que no sabría
pero te amo más que a nada fuera o dentro de esta vida sin que gente ya lo sepa.
Creíste que no sabría
como cuando el solo abrazo me unía a ti desde lejos para cercanos quedarnos.
Creíste que no sabría
con las noches, frías, ocres, de belleza incomparable superadas por tu risa.
Creíste que no sabría
y qué bella la ignorancia, porque nos trajo a este punto donde no marcharnos nunca.
Creíste que no sabría...
Ahora ya lo sabes.

A ti, cuyo impulso es una tonelada de valor

3 de octubre de 2010

Bendiciones

El mismo aire que respiras mueve cada célula del Universo

Bendigo la tarde que nació en mayo, las nubes esporádicas y delgadas, el calor tímido antecediendo la puesta de sol.
Bendigo los minutos en la dulce espera, donde la incertidumbre no encuentra lugar, donde los lugares son ciertos.
Bendigo las letras compartidas, artífices de sonrisas, vuelcos en las entrañas, sueños completos y bellos.
Bendigo las preguntas y sus respuestas, su formulación melódica y la mayéutica adictiva.
Bendigo la melomanía de mutuas proporciones, las asociaciones con espacios y tiempos, condensadas en cada canción, cada sinfonía.
Bendigo el primer amanecer insomne, con ojos cerrados para omitir al mundo y sus sistemas; una mañana clara, una noche moribunda.
Bendigo cada beso, siendo el primero; el efecto del temblor en la Tierra, el estallido interno, la búsqueda del oasis dulce y tibio.
Bendigo los trayectos recorridos, las distancias cubiertas sobre la faz del planeta; cada ínsula y montaña, cada kilómetro sumado.
Bendigo la noche eterna y memorable, en el declive de un mes; la afirmación callada que otorgó longevidad, las manos entrelazadas para no perderse en la oscuridad.
Bendigo la primera vez que floreció en el silencio; la sujeción de nuestra piel iluminada por la luz de un amor que no conoce cantidades, sino proporciones.
Bendigo los momentos de prueba y tormenta, donde eres un fulgor que aclara el camino y disipa la neblina.
Bendigo los planes de toda una vida, en binomial conjunción de viajeros en instantes eternos.
Bendigo tu nombre, pequeño y fuerte, que es el pilar de las horas que transcurren con pausas de música y aromas dulces.
Bendigo las lágrimas fusionadas durante charlas sobre ser y estar, vivir y morir.
Bendigo nuestro amor, el único que existe, el que siempre estará en prevalencia diurna.
Bendigo a la vida por traerte hasta mí y llevarme hasta los brazos compasivos que a ti pertenecen.
Te bendigo, amada existencia, por existir.

A ti, rayo de luz, esperanza en la prueba, inspiración de siempre

28 de septiembre de 2010

Evidencias

Imposible negar la obviedad de tu existencia

Eres el agua que mitiga mi sed
Eres el aire que alimenta mis pulmones
Eres cada partícula de eternidad depositada sobre un mundo de mortales
Eres cada sílaba de las melodías compuestas en torno tuyo
Eres cada gota de silencio tranquilo en tardes abrumadoras
Eres cada caricia que antagoniza al dolor obsoleto
Eres cada argumento para razonar los motivos por los cuales vivir en tu compañía
Eres cada mañana en la luminosidad del sol
Eres una noche que nunca termina
Eres la sensación renovadora de los besos neonatos
Eres la musa que incentiva cada sinalefa, capítulo y partitura
Eres la valentía más dulce que he sentido
Eres el centro de la Tierra con un abrazo
Eres la verdad más notoria que conozco
Eres la paradoja platónica
Eres el silogismo más cierto
Eres un sintagma bello y único
Eres la sinapsis más perfecta
Eres el anhelo cumplido
Eres el sueño esculpido en suspiro
Eres la unidad más propia de la naturaleza
Eres la obra maestra del Omnipotente
Eres el amor de mi vida
Eres la única
Eres tú...

A ti, en cada palabra que pronuncias y renueva mi ser

20 de septiembre de 2010

Refúgiate en mí

Ven a mis brazos y derivemos por el océano de la vida

Refúgiate en mí cuando tengas frío; deja que mi calor te acompañe y derrita los copos cristalinos de nieve septentrional. Abrázate de mi piel, cortina de bronce y brillo anónimo, para que el aliento se recupere después de la faena preciosa que nos involucra en el cielo y la tierra.

Refúgiate en mí esta tarde; ya el sol se va apartando con el tímido aire fresco que de las montañas proviene. Dentro de poco sentirás que nada hará falta, que todo está de sobra. Sostente con fuerza, que la Tierra entera comenzará a rotar con una velocidad que de rápida no podrás percibir.

Refúgiate en mí cuando sueñes; cierra tus ojos oscuros y observa el reflejo de esta mirada que te añora cuando la ausencia acecha. Y se observas imágenes que no comprendes, ten la seguridad de que pronto se irán. Sólo espera al otro lado de la inconsciencia, que yo estaré con los brazos abiertos para recibirte.

Refúgiate en mí cuando tu mente se aclare; las ideas serán un remanso que busca tomarte por sorpresa. Permite que estas manos sostengan aquello que no es de ti, para arrojarlo al abismo que no tiene fin y hacerte más ligero. Tú sabes exactamente lo que eres; yo sólo me encargué de observar lo que nadie logró.

Refúgiate en mí si necesitas un segundo; entre nosotros no hay tiempo ni espacio. Somos una sola existencia que se va tejiendo mientras los segundos transcurren. En nuestra unión se nutren la libertad y el valor, con los que andamos en estas vidas que nos han sido conferidas.

Refúgiate en mí, pues no estás solo; en el mundo somos tú y yo. Nadie más amenaza esta esfera incólume que nos ha envuelto, con la tonalidad inconmensurable de proporciones colosales, de carmesí con ébano. El futuro aguarda pacientemente, pues el presente nos tiene presos.

Refúgiate en mí si ataca el silencio; deja que mis besos sean música y la sinfonía de este amor sin precedentes vaya construyendo su propia historia. Fluye con cada gota de vacío que va llenándose, pues ambos somos receptáculos que nunca se vacían, siempre rebosantes de cariño y beatitud.

Refúgiate en mí, dualidad insomne; duerme y reposa entre mis latidos. Deja que bese tu frente y acaricie tu cabello desaliñado. Que la energía se renueve entre nosotros, para nunca terminar, siendo principios de causas que tienen efecto sempiterno. El único efecto entre nosotros yace latente en las ideas y realidades.

Refúgiate en mí, amor; tal como yo lo hago en ti.

A ti, la verdad más obvia, la travesía más plácida, la vida más hermosa.

1 de septiembre de 2010

Aqua

Puedo fluir en cualquier entorno, gracias a tu amor

De pronto se oscurece el cielo. Y el océano entero parece evaporarse y unirse a las nubes del firmamento, en una ilusión de espejos y brillos lisos. Busco tu figura y parece que no existe, para mi desgracia y eterna congoja.

La mirada se me va en la noche que se prolonga por cientos de siglos. ¿Dónde están tus ojos de amanecer? ¿Dónde está tu cabello de cascadas míticas? ¿Dónde está la piel de fragancia sublime?

Ya ni siquiera pretendo vivir, porque me falta la mitad de cada segundo que continúa en la ausencia de oceánicas hazañas y noches iluminadas por una plata muy alta. Quisiera que aparecieras justo ahora, cuando la inercia se apodera de mis músculos y mueve estos huesos faltos de fuerza y vida.

Ya llegas con pasos lentos y la graciosa sonrisa que de ti es redundancia. Lentamente te acercas, sin decir palabra alguna, para extender tus brazos cálidos a mi presencia de vagabundo. Transparencia de lagos es el sentimiento que nos sintoniza en un silencio ameno, con los ojos cerrados al mundo.

En una burbuja tenemos suficiente aire para el resto de nuestras vidas, mientras todo se inunda de cariño, de paz, y subleva cada patrón existente para crear todo de nuevo. No puedo verte, pero siento cada latido tuyo, cada centígrado, cada fibra.

Ya no soy, sino que caigo y fluyo como un río que de pronto aparece en el aire y se desploma a tierra. En el suelo me arrastro sin inferioridad, yendo con lentitud hacia la primera fuente posible que me permita transitar.

Llego a un arroyo que tiene tu nombre. Con delicadeza me deslizo por un cauce tranquilo y lleno de vida. A mi paso hay juncos y lirios que bordean el camino que me va empujando. La muralla verde que construyen me impide observarte de nuevo, o al menos saber si tus pies merodean sigilosamente por aquí.

Me atrapa un río caudaloso y embravecido, que me abraza entre rocas y una marcha tan rápida que a duras penas me permite distinguir formas y líneas. De nuevo te has ido de mi vista y el perderte de pronto me hace sumergirme en una rabia que sólo tú conoces de palabra.

Quisiera ser más inmenso que el planeta entero, para encontrarte. A lo lejos veo el mar, pero siendo río hay algo que me detiene de unirme, de agigantarme. Se repite esa misma superficie lisa, como espejo, donde el cielo parece tener gravedad que lo ata al suelo. Mas no soy yo allí, no puedo seguir avanzando.

Y a mi razón limitada no llega la conciencia de que eres tú; el océano que ya ha tomado mi vértigo en su tranquilidad es el mismo cuyo nombre tenía inscrito el arroyo. Quisiera fundirme en ti, mar de silencio dulce. He aquí que soy de ti, aunque mi rapidez ya no existe y se va meciendo en el vaivén de olas que no erosionan, sino que construyen.

Y en tu lecho soñé que era agua...

A ti, ligera llovizna que a mi desierto trae la vida

27 de agosto de 2010

Yo también te amo

Una respuesta a tus palabras inspiradoras

Yo también te amo si despiertas
y cuando tus ojos brillan tanto.
Yo también aprecio horas inquietas
sobre todo si hay risas por llanto.

Yo también te amo cuando duermes
y respiras lento en el descanso.
Yo también te amo si te pierdes
y me encuentras vivo en un remanso.

Yo también te amo si en un beso
reavivas el centro de la Tierra.
O si en un abrazo tan estrecho
intercambias paz por una guerra.

Yo también te amo si me miras
y en el fondo ves de qué estoy hecho.
Yo también te amo porque inspiras
la facilidad de cada verso.

Yo también te amo cada día
aunque haya nublados o tormentas
porque en el silencio la alegría
llega del amor que hay en tus venas.

Yo también te amo en tus enojos
o en leves molestias cotidianas.
Yo también te amo en el arrojo
para ir por el riesgo de una hazaña.

Yo también te amo la distancia
que desaparece entre tus brazos.
Yo también te amo en la añoranza
y en la vida que das a cada paso.

A ti, porque motivos sobran para amarte

5 de agosto de 2010

De estaciones

Cada conjunción de frío, calor, viento y calma, sólo en un instante de ti

Vamos a sonreír de manera genuina, como lo hacen los que ven al mundo por vez primera. Sin ver, dibujaremos mutuamente cada rasgo de nuestro semblante, el desconcierto natural y el silencioso velo de curiosidad. Lloverá en la primavera de nuestras miradas, de cordilleras hechas de arcilla y rocas alejadas por el viento. Jamás se nublarán nuestras palabras, si bien nos hallamos a tientas por salones oscuros donde moran sombras. Ya florece un amanecer en lo profundo de nuestras almas, evaporando caudales cristalinos de agua dulce.

Tu sonrisa contenida será una chispa que enciende rayos perpendiculares al mundo. Los colores brillarán para denotar la belleza que el huerto hermoso de tulipanes guarda, justo donde vaga la paz eterna y
adictiva que de ti emana. Alcanzo a besar con lujo de detalle la planicie de respiración, el volcán sublime de sístole y diástole, el bosque de suavidad floral. Tengo de pronto un estremecimiento, y es entonces cuando me albergo en tu calor, sabiendo que te albergas en el mío. Danzamos en la cadencia preciosa, entonando un himno, nuestra plegaria y juramento.

Somos andantes de la inocencia, observando cómo caen una a una las frondas de un tiempo tan nuestro. Fieros, aunque inocuos, flotamos por encima de la hojarasca, nuestra piel de canelo con aroma dulce y gotas de rocío adheridas a sus colinas y despeñaderos. El influjo de tus sílabas y su música, el eclipse de mis ojos ausentes... ¡Otoño de seres en adición magnánima!

Vayamos a caminar sobre los
cirros, donde ciertamente nos falta el aire y nos sobra vida. Llamemos a la Morada Edénica y huyamos de lo ordinario. Y tú, Flor de Luz, eres deshielo y al tiempo una ventisca de implacable proporción. Me uno a ti, Sagital Resplandor, venerando la perfección de tus aparentes imperfecciones. Afuera la fría noche aguarda; aquí, dentro del Ser, Luminaria y Áptera Angélica, transcurren las temporadas todas mientras la lluvia nos acarrea en sus océanos de amor.

A ti, por cada segundo en que sé que soy tuyo

28 de julio de 2010

Globo rojizo

Vayamos a volar hacia confines que nombrar

¿Cuántos latidos
sin más acaecidos?
¿Cuántos suspiros
vuelan suspendidos?
Todo lo llevas en manos tan llenas
que se desbordan en noches serenas.
Cuentas palabras que sin tono hablas
y soy quien vuela con sólo escucharlas.

Vamos por las nubes
en un aire tibio y fijo.
Singular destello
dentro de un globo rojizo.
Envidia de todos
el sentimiento de ambos.
Nunca nos alcanzan
porque tan alto volamos.

Mira mi rostro
incoloro y absorto,
que no se inmuta
y un bobo resulta.
Vértigo inútil de dos vagabundos
dueños de nubes que cubren los mundos.
En el color de la sangre tan tibia
una con otro nos damos la vida.

Vamos por las nubes
en un aire tibio y fijo.
Singular destello
dentro de un globo rojizo.
Envidia de todos
el sentimiento de ambos.
Nunca nos alcanzan
porque tan alto volamos.

A ti, centro antigravitacional para quienes podemos volar