14 de mayo de 2010

IV. 82630

Los días transcurren y en ellos la magia de cada segundo es un concierto

Tendrás el color de la oscuridad silenciosa.
Caminarás sobre grava de volcanes extintos.
Lloverán meteoros sobre la estepa dorada.
Las frondas brillarán en un verde intenso y sólido.
Nacerá la mente cargada de ideas.

Soñarás con el nombre de un ser diminuto.
La magnificencia de su mirada derrumbará la torre
con el guerrero incólume de yelmo corroído.
Sin sonido alguno pautarás mil odas
trastocando los límites de consciente método.

Darás un vistazo a la misma Eternidad.
Comprenderás el misterio más humilde y hermoso.
No hará falta una letra para la ciencia pura.
De los libros enormes caerán los teoremas.
Y la infancia preciosa volverá a tus meses.

Con su música bella inundarás los días.
La paciencia sublime será tu apellido.
Los ojos sonrientes fulminarán la seriedad.
Flotarás aunque tus pies sigan en la tierra.
Sonreirás aunque el mismo averno se abra ante tus ojos.

Dejarás que te abrace la idea hecha realidad.
Desearás en ese mismo instante morir.
Pero después sabrás que es el Paraíso en la vida
lo que te obligará a cerrar los ojos y creer que estás volando a su lado.
Todo bocado será dulce, todo latido será melodioso.

Sentirás que han pasado mil años
mientras sus manos allanan tu espalda.
El compás de su melódica existencia te devolverá el aliento.
Hasta entonces caerás en la cuenta de que estás vivo
y la realidad jamás fue tan bella, jamás, sólo junto a ella.

A ti, la verdad más evidente e increíblemente posible

13 de mayo de 2010

III. 82630

You are the kind of magic that surpasses the limits of any conceivable reality

Tell us a story of gods and maidens
born from an Eden in times of Old.
Give us a glimpse of their peaceful havens
guarded by columns of stone and gold.

Where did she come from, such silent lady?
Is she the empress of ancient lands?
How could she find us without being ready,
feeding us kindness with her own hands?

Look at her closely, should you find moment
and then be taken out of this life.
She will relieve you from any torment
while her soft whisper drives you to fly.

Her lips are sculptured in pure perfection
keeping each breath of the sweetest scent.
Her name is solid, a small reflection
but reaches to where the sky has bent.

Show us the meaning of being protected
kept by the warmth of her gentle arms.
Even the past times are being neglected
taking the present as silvered stars.

All is so perfect and full of glory.
Nothing can harm us or bring us pain.
Every new second portrays a story
that reaches Heaven over again.

We did not think she would have such power
as to discover light in the dark.
One single step brings a field of flowers
Each of her heartbeats are color sparks.

Now, let her hold you, fill you with valor.
Let death be silenced; breathe life instead.
May her world be an entire manor
where both the sky and the land have met.

For you, whose arms are a shelter for a wandering wolf

11 de mayo de 2010

II. 82630

Justo como la lluvia, inminente y bella, cada segundo es un milagro

II.
Despierto con la noche vacía sobre mis hombros, el sueño interrumpido, la mirada cansada. El habla ausente, los labios deshidratados, la resaca del conocimiento nulo. El lecho individual continúa siendo la llanura del lobo. Y el depredador yace, cansado, esperando que el día llegue a su cúspide.

No alcanzo a tolerar la luz de afuera, por el desánimo, por la congoja incierta de los lentos segundos. Este despertar prematuro es cicuta para mi propia mente. Los pies me cargan con sumo esfuerzo sobre el territorio que es mi pequeño dominio. Y el andante deambula, ciego y somnoliento, hacia la mañana que le despoja de la abstracción.

Qué hacer o qué decir no es justamente de mi conocimiento. Aunque el Eterno Sereno mantiene su fiel compañía, siento que la soledad es sinónimo de estas horas sin ver ni escuchar la esencia de esta dulce carencia de razón. El cielo me parece un océano donde absorber lo poco que de cordura me queda sin la variable de contingencia, cuya beatitud cimbra la disciplina de la que estoy hecho. Y el guerrero, completamente desarmado, espera la batalla en vísperas de tiempos que serán distintos.

En algún punto de la piadosa vida, disueltas las horas en temperaturas sorpresivamente bajas, se emite la primera palabra del otro lado de la ciudad hermosa. Sitio e instante son conocidos, a los cuales recurrir con la dulce ansiedad de un niño que anhela el día festivo. La comodidad de melodías tranquilas y pocas voces alrededor son una frazada que cubre el nerviosismo inocente. Cómo proceder o qué decir son respuestas que no poseo. Y el taciturno, sentado y pensativo, aguarda con paciencia angelical.

Se abren mis ojos y un aire límpido se respira cuando la llegada se anuncia con su sola presencia. Es una idea materializada, una tibieza jamás esperada, que me sujeta tranquilamente. Exhalar y soltarse cuesta más trabajo que subir el monte más alto con ojos vendados. En algún lugar de la Tierra se habrá sentido el movimiento telúrico derivado de mis nervios previamente crispados y ahora allanados por tan natural sencillez. Y el sorprendido, con ojos abiertos y poco aliento, comparte un espacio durante la tarde nublada.

Abro mi mundo a todo, porque las imposibilidades son parte del pasado. Se compone una pauta ambiental, misma que retrata en cada nota las palabras que son un vaivén. ¿Qué saben los presentes del fenómeno sin precedentes que está teniendo lugar entre su mirada oscura y mi neonata sonrisa? Nada puede ser más bello que la espontaneidad convertida en un dulce bocado, en una bebida tibia y deliciosa, en una conversación abrumadoramente dulce. La hora se marca cuando la verdad sale de palabras directas, proyectadas a la velocidad de la luz. Y el sonriente, convertido en aire por acto ajeno, es un glaciar que empequeñece.

El frío y la noche llegan sin invitación alguna, reclamando el dominio en que hemos irrumpido de pronto. Hay tanto por decir que ni siquiera la historia misma se da abasto con cada frase que sale de nuestros labios. Herodoto, celoso del episodio que se entreteje desde la corta distancia que ambos trazamos, envía desde el otro mundo una ráfaga de viento gélido que nos rapta a otros sitios. Recorremos las calles vacías entre semáforos aún funcionales, desviando el trayecto para llegar a la calidez del recinto donde los poetas y los filósofos. Y el taciturno, persecutor de la misma raíz de la poesía, es visitante del sitio donde la vida será renovada.

Sic vis pacem para bellum, se recita en mi mente. Mis ojos tienen una capacidad visual distinta; puedo absorber cada fragancia y degustar cada micra de espacio desde que esta marcha inició, dando fin a la fascinante espera. La hilaridad honesta lleva a decir verdades que previamente se refirieron en tono serio. El brillo de sus ojos es un cometa que puedo contemplar a voluntad. La luz tenue permite vislumbrar la sonrisa que es muy suya, tan suya, y brilla como un planeta lejano en medio de la noche. Y el observador, callado y tranquilo, admira cada grandeza de la singularidad frente a él, mientras el mundo está por terminar.

Las melodías cesan; el sitio entero envía a la noche a cada uno de sus huéspedes; la convención de salir por la puerta delantera nos lleva al subsuelo. El frío es más intenso y la noche más avanzada, casi muriendo en su temporalidad precisa. Impera el silencio, de pronto; el habla se escapa de mí y sólo le veo, frente a mis ojos, en un silencio que dice tantas palabras a la vez. Ante tal paradoja, un impulso desconocido me hace mirar directamente los dos fulgores que de sus ojos provienen. La distancia es corta, como lo es la vida. Y no encuentro sonido alguno que emitir para revelarle que tengo tanta paz como miedo, pero no a algo ni alguien; sólo se hace presente el dicotómico proceder.

Se derrumba mi figura entera y ella, siempre ella, la sujeta con fuerza. El torbellino se lleva todo a su paso; el fuego calcina la más recóndita raíz; la ventisca acaba con el torrente ingrato; la vida misma se escapa. Esa fuerza, un calor preciso para el frío del vacío, un acicate para que los latidos de nuevo nazcan. Abro la puerta del palacio, donde hay un trono que no pienso ocupar. Y sus tres palabras terminaron con el universo entero. Y ya no soy el errante, el lobo, el demonio, el silencioso. Soy quien escucha ese conjuro dulce; soy a quien esa mano cálida otorga vida nueva; es ella y soy yo.

A ti, de abrazo firme y sonrisa encantadora, por el obsequio de un aliento dulce que respirar

10 de mayo de 2010

I. 82630

I. El inicio de un mundo es el paso entre vida y muerte

I.
En el principio hubo orden. En horas anónimas surgió de la nada un cielo claro, abierto y vasto. Luz blanca fue coloreando cada contorno de los objetos ausentes: un planeta agónico, una cordillera estéril, un río lento y angosto.
En medio de todo, absorto y silencioso, estaba un vagabundo.

Después el viento empezó a soplar. Una corriente fría llegaba del norte implacable. A su paso, erigía un bosque de coníferas y robles, sequoias y musgos verdes. La fauna inexistente hacía viajar sus sonidos directamente a la atmósfera recién nacida: trinos melodiosos, rugidos temibles, graznidos estridentes y zumbidos.
En medio de todo, temblorosa e ignorante, estaba una sombra.

Pasó el tiempo y las nubes oscuras cubrieron la extensión del cielo, donde el viento hacía su labor. El sol dejó de brillar y más frío usaba al agua como un motor. El invierno se conminó a sí mismo, pese a que la primavera marchaba en el sendero. Amenazaba la hermosa lluvia, pero no cayó; por el contrario, se quedó inmóvil mientras una figura más surgía de entre el bosque. Y el silencio reinó. El tiempo se detuvo.
Y en medio de todo, curiosos y fascinados, estaban un errante y una ninfa.

El ciclo creativo volvió a iniciar. A diferencia de la anterior, al principio imperó el caos. Pero nada fue destruido, sino que recreábase toda la litosfera, haciendo que nuevos retoños danzaran con el viento. Y las estrellas brillaron. Y el cielo volvió a abrirse. Huyeron las nubes. De la ninfa graciosamente ágil, y del errante de voz grave, surgieron relámpagos y truenos que estremecieron todo y expandieron el universo hasta sus límites.
Y en medio de todo, radiantes y vivos, estaban los creadores de un capítulo nuevo en la vida.

A ti, la mano perfecta que cura todas las heridas