20 de septiembre de 2010

Refúgiate en mí

Ven a mis brazos y derivemos por el océano de la vida

Refúgiate en mí cuando tengas frío; deja que mi calor te acompañe y derrita los copos cristalinos de nieve septentrional. Abrázate de mi piel, cortina de bronce y brillo anónimo, para que el aliento se recupere después de la faena preciosa que nos involucra en el cielo y la tierra.

Refúgiate en mí esta tarde; ya el sol se va apartando con el tímido aire fresco que de las montañas proviene. Dentro de poco sentirás que nada hará falta, que todo está de sobra. Sostente con fuerza, que la Tierra entera comenzará a rotar con una velocidad que de rápida no podrás percibir.

Refúgiate en mí cuando sueñes; cierra tus ojos oscuros y observa el reflejo de esta mirada que te añora cuando la ausencia acecha. Y se observas imágenes que no comprendes, ten la seguridad de que pronto se irán. Sólo espera al otro lado de la inconsciencia, que yo estaré con los brazos abiertos para recibirte.

Refúgiate en mí cuando tu mente se aclare; las ideas serán un remanso que busca tomarte por sorpresa. Permite que estas manos sostengan aquello que no es de ti, para arrojarlo al abismo que no tiene fin y hacerte más ligero. Tú sabes exactamente lo que eres; yo sólo me encargué de observar lo que nadie logró.

Refúgiate en mí si necesitas un segundo; entre nosotros no hay tiempo ni espacio. Somos una sola existencia que se va tejiendo mientras los segundos transcurren. En nuestra unión se nutren la libertad y el valor, con los que andamos en estas vidas que nos han sido conferidas.

Refúgiate en mí, pues no estás solo; en el mundo somos tú y yo. Nadie más amenaza esta esfera incólume que nos ha envuelto, con la tonalidad inconmensurable de proporciones colosales, de carmesí con ébano. El futuro aguarda pacientemente, pues el presente nos tiene presos.

Refúgiate en mí si ataca el silencio; deja que mis besos sean música y la sinfonía de este amor sin precedentes vaya construyendo su propia historia. Fluye con cada gota de vacío que va llenándose, pues ambos somos receptáculos que nunca se vacían, siempre rebosantes de cariño y beatitud.

Refúgiate en mí, dualidad insomne; duerme y reposa entre mis latidos. Deja que bese tu frente y acaricie tu cabello desaliñado. Que la energía se renueve entre nosotros, para nunca terminar, siendo principios de causas que tienen efecto sempiterno. El único efecto entre nosotros yace latente en las ideas y realidades.

Refúgiate en mí, amor; tal como yo lo hago en ti.

A ti, la verdad más obvia, la travesía más plácida, la vida más hermosa.