2 de diciembre de 2010

Tan tuyo, tan real

Mi paraíso, mi eternidad, tú

¿Dónde está esa sonrisa que tus ojos arrebatan? ¿Dónde está la paz que nace de tus labios carmesí? ¿Adónde fue el presente que de tus manos escapa? No puedo verlo, no con estos ojos, trabados de teoremas y sistemas complejos. No puedo ver como tú, Ángel de mis Sueños, pues el velo de este mundo vertiginoso me roba la inocencia. ¿Dónde puedo recuperarla, si no es tu amor, que se evapora con cada parpadeo, para condensarse en cada beso y hacerse sólido en tus brazos calurosos?

Aquí te veo, tan real como una gota de agua que se resbala por mi piel. Aquí te siento, tan tibia como el mediodía en el invierno nefasto. Aquí estás, de nuevo en tu pacífica caminata por el día, por la noche. ¿Cómo puedo hacer para tener tus pasos, para flotar por encima del asfalto y volar sin alas? Yo sé que tú guardas ese secreto, y ansiosa deseas revelarlo, como ansioso deseo saberlo. Y en mi propia amargura de antaño, no puedo esperar, haciendo que el mundo caiga sobre mis hombros.

Haces más ligera cada montaña, para que yo pueda cargarla sobre mis hombros. Permites que la lluvia sea un concierto de notas hermosas, donde se repite una y otra vez la frase trisílaba que nos rapta, nos ahuyenta de la realidad. Y correspondo en un beso tibio, como el mismo magma que está en el centro de la Tierra. Tu mirada tan cercana, tan dulce, hace que cualquier duda y temor salga despavorida de mi cabeza. La propia cabeza mía desaparece, cediendo el sitio a cada latido que te gusta escuchar.

La noche ya llega y estoy aquí, tan tuyo, tan real, que no quisiera moverme ni un ápice. Y estoy flotando sobre un oceáno que tiene tu nombre, pequeño y fuerte, diminuto y sagital. La cobardía no tiene lugar de ser, pues este Edén nos ha sido conferido, para darle un sentido a cada segundo, que es sinonimia de mil años.

No quiero desaparecer, si no es contigo, Amor de mi Vida, Dulce Panacea que ahuyenta cualquier sentido del honor y el deber, para dar lugar a la abstracción más real que conoce cualquier ser humano. Ya sabes quién y qué soy, incluso si a veces no puedo verlo. Y me tienes, de nuevo, por siempre, en cada parpadeo.

Soy simplemente yo, tan tuyo, tan real...

A ti, fortaleza del débil felino