Acostumbro soñar y creo que en hacerlo se me va la vida. Despierto y la cristalización de tales quimeras escapa de mi raciocinio, pues es como dibujar sin lápiz sobre un papel invisible. De vez en vez creo que no estoy dormido, ni despierto, sino que floto en algún estado límbico de inercia venenosa. De pronto pienso en ti, con cada neurona y partícula de mi espíritu.
No me gusta ausentarme, ver en mi propio espejo una imagen quebrada, incompleta. Si me veo en tus ojos, es más sencillo, porque tal como tú me observas existo: en una manera irrepetible, sólo por ser yo, sólo por estar. Voy a desprenderme de la ciencia, de la herencia humana que mi intelecto balancea y con la que hace juegos malabares. Todo ello para hacer un corte transversal y burlar a la historia.
Voy a desaparecer de mis labores, de mis deberes y solamente involucrarme con el tiempo que me atañe, mismo que debe ser digerido contigo. Aquí y ahora eres tú, el presente que se conjuga en una tranquilidad que mis ojos velados suelen soslayar. Y la testarudez propia de mi diario acontecer me devuelve a tus ojos oscuros y brillantes. Es cuando digo que el tiempo se detiene, cuando acontece la pausa sempiterna y hasta los mismos latidos cesan su compás.
En ocasiones prefiero no dormir, no descansar, pues tu compañía es una frazada que me cubre del frío, que me reconforta y simultáneamente me dice que todo estará como debe estar, como está diseñado para estar. Sólo nosotros, solos, aquí.
Permíteme estar también en ti, en el hoy, en el sí, en el día y la noche que nos obsequia memorias y vivencias sin fin. Ser tu cobijo, tu refugio, y caminar con mi vista puesta sobre cada adoquín del sendero que lleva nuestro recuerdo y nuestro magnífico plan. Seremos tanto que la vida tendrá que tejerse más bolsillos para guardarnos. Por lo pronto estaré contigo, aquí y ahora, donde estoy dispuesto a todo para vivirnos, para vivirte y no soltarte jamás.
Es lo que nos corresponde, lo que me ha conferido la vida: la razón más importante para transgredir el curso del tiempo y del espacio. Aquí y ahora eres tú.
A ti, porque eres el espacio donde el presente se cristaliza.