Vamos a sonreír de manera genuina, como lo hacen los que ven al mundo por vez primera. Sin ver, dibujaremos mutuamente cada rasgo de nuestro semblante, el desconcierto natural y el silencioso velo de curiosidad. Lloverá en la primavera de nuestras miradas, de cordilleras hechas de arcilla y rocas alejadas por el viento. Jamás se nublarán nuestras palabras, si bien nos hallamos a tientas por salones oscuros donde moran sombras. Ya florece un amanecer en lo profundo de nuestras almas, evaporando caudales cristalinos de agua dulce.
Tu sonrisa contenida será una chispa que enciende rayos perpendiculares al mundo. Los colores brillarán para denotar la belleza que el huerto hermoso de tulipanes guarda, justo donde vaga la paz eterna y adictiva que de ti emana. Alcanzo a besar con lujo de detalle la planicie de respiración, el volcán sublime de sístole y diástole, el bosque de suavidad floral. Tengo de pronto un estremecimiento, y es entonces cuando me albergo en tu calor, sabiendo que te albergas en el mío. Danzamos en la cadencia preciosa, entonando un himno, nuestra plegaria y juramento.
Somos andantes de la inocencia, observando cómo caen una a una las frondas de un tiempo tan nuestro. Fieros, aunque inocuos, flotamos por encima de la hojarasca, nuestra piel de canelo con aroma dulce y gotas de rocío adheridas a sus colinas y despeñaderos. El influjo de tus sílabas y su música, el eclipse de mis ojos ausentes... ¡Otoño de seres en adición magnánima!
Vayamos a caminar sobre los cirros, donde ciertamente nos falta el aire y nos sobra vida. Llamemos a la Morada Edénica y huyamos de lo ordinario. Y tú, Flor de Luz, eres deshielo y al tiempo una ventisca de implacable proporción. Me uno a ti, Sagital Resplandor, venerando la perfección de tus aparentes imperfecciones. Afuera la fría noche aguarda; aquí, dentro del Ser, Luminaria y Áptera Angélica, transcurren las temporadas todas mientras la lluvia nos acarrea en sus océanos de amor.
A ti, por cada segundo en que sé que soy tuyo
Tu sonrisa contenida será una chispa que enciende rayos perpendiculares al mundo. Los colores brillarán para denotar la belleza que el huerto hermoso de tulipanes guarda, justo donde vaga la paz eterna y adictiva que de ti emana. Alcanzo a besar con lujo de detalle la planicie de respiración, el volcán sublime de sístole y diástole, el bosque de suavidad floral. Tengo de pronto un estremecimiento, y es entonces cuando me albergo en tu calor, sabiendo que te albergas en el mío. Danzamos en la cadencia preciosa, entonando un himno, nuestra plegaria y juramento.
Somos andantes de la inocencia, observando cómo caen una a una las frondas de un tiempo tan nuestro. Fieros, aunque inocuos, flotamos por encima de la hojarasca, nuestra piel de canelo con aroma dulce y gotas de rocío adheridas a sus colinas y despeñaderos. El influjo de tus sílabas y su música, el eclipse de mis ojos ausentes... ¡Otoño de seres en adición magnánima!
Vayamos a caminar sobre los cirros, donde ciertamente nos falta el aire y nos sobra vida. Llamemos a la Morada Edénica y huyamos de lo ordinario. Y tú, Flor de Luz, eres deshielo y al tiempo una ventisca de implacable proporción. Me uno a ti, Sagital Resplandor, venerando la perfección de tus aparentes imperfecciones. Afuera la fría noche aguarda; aquí, dentro del Ser, Luminaria y Áptera Angélica, transcurren las temporadas todas mientras la lluvia nos acarrea en sus océanos de amor.
A ti, por cada segundo en que sé que soy tuyo