Un instante contigo es suave brisa que disipa el calor de los deberes
¿Por qué de pronto me secuestra el mundo? ¿Qué finalidad tiene la desaparición? Me acosa una somnolencia y parece que tengo dos visiones, como si la realidad se bifurcara ante mis ojos. Deberes, obligaciones, atareos, todos son veneno y con un sorbo pierdo el tiempo. No lo merecemos.
Voy a buscarte, mi vida, porque estás justo detrás de la mirada seria que en ocasiones cargo. Voy a perseguir tu voz pacífica, la canción que emites cuando el sol brilla al mediodía. Voy aspirando tu fragancia, en el rostro que me conduce por parajes serenos y bellos.
Y estoy aquí, mi amor, porque inyectas a cada día una gota de felicidad por cada segundo de rutina. Y te amo más, aquí en este planeta y en todos los que podría habitar. Te creo como parte de un presente, como ese obsequio que se desenvuelve solo conforme pasa el tiempo.
Quedan atrás los problemas, Mujer de Amor; se disuelven las quimeras y la realidad me lleva a ti. Se realizan todos los sueños en este mismo instante. Despacio aterrizo y tus brazos me sujetan; nuestras mejillas se unen y existo, tan tuyo.
Se recrea un beso nuevo, el manantial de agua eterna que nutre la vida misma. Tu contorno está dibujado entre mis manos, mientras escucho tu respiración pausada y lenta. Sigo aquí, contigo en la vida que se nos confiere. Tan presente que ni siquiera hay cabida a otros contextos. Estando aquí, Cielo Despejado, te pertenezco; estando aquí, soy real.
El amor de nosotros es así, de aquí y ahora.
A ti, dulce melodía de batalla