10 de diciembre de 2010

Por estar aquí

Un instante contigo es suave brisa que disipa el calor de los deberes

¿Por qué de pronto me secuestra el mundo? ¿Qué finalidad tiene la desaparición? Me acosa una somnolencia y parece que tengo dos visiones, como si la realidad se bifurcara ante mis ojos. Deberes, obligaciones, atareos, todos son veneno y con un sorbo pierdo el tiempo. No lo merecemos.

Voy a buscarte, mi vida, porque estás justo detrás de la mirada seria que en ocasiones cargo. Voy a perseguir tu voz pacífica, la canción que emites cuando el sol brilla al mediodía. Voy aspirando tu fragancia, en el rostro que me conduce por parajes serenos y bellos.

Y estoy aquí, mi amor, porque inyectas a cada día una gota de felicidad por cada segundo de rutina. Y te amo más, aquí en este planeta y en todos los que podría habitar. Te creo como parte de un presente, como ese obsequio que se desenvuelve solo conforme pasa el tiempo.

Quedan atrás los problemas, Mujer de Amor; se disuelven las quimeras y la realidad me lleva a ti. Se realizan todos los sueños en este mismo instante. Despacio aterrizo y tus brazos me sujetan; nuestras mejillas se unen y existo, tan tuyo.

Se recrea un beso nuevo, el manantial de agua eterna que nutre la vida misma. Tu contorno está dibujado entre mis manos, mientras escucho tu respiración pausada y lenta. Sigo aquí, contigo en la vida que se nos confiere. Tan presente que ni siquiera hay cabida a otros contextos. Estando aquí, Cielo Despejado, te pertenezco; estando aquí, soy real.

El amor de nosotros es así, de aquí y ahora.

A ti, dulce melodía de batalla