6 de junio de 2011

Y el tiempo laboró... I

Que nuestro amor jamás deje de iluminar nuestras vidas

Aún lo recuerdo: ese episodio de nerviosismo cuando la invitación fue lanzada, formulada con las palabras exactas para coincidir. El fin de semana ocioso, plagado de una sensación liberadora para salir del tedio, para ir caminando por todos los rumbos que condujeran a la tranquilidad. Parece que fue anoche cuando caminábamos juntos por el recinto, a pocos milímetros de distancia, tras la errónea y amistosa equivocación que nos puso un título aún por revelarse. A manera de premonición, quizá, pero estábamos juntos.

Así han transcurrido los meses, las mañanas, las noches; los acontecimientos, los hitos y sucesos que partieron el agua en dos para marcar las losas por donde estuvimos imprimiendo nuestras huellas binomiales. Y despertamos, y dormimos, y planeamos y soñamos. Nos bastó un puñado de días para intuir lo que estaba por venir.

Así sucumbieron las dudas y los miedos; se callaron las bocas venenosas y las palabras piroclásticas rodaron por las laderas de nuestra gran montaña. Fuimos silenciando a todos, aun sin decir palabra alguna. Nos fuimos tomando de la mano, nos fuimos besando, fuimos entregando mutuamente la mayor manifestación afectuosa. Pureza del tiempo, bien nos podrían llamar.

Ya somos una sola silueta, trazada por la Única Mano en finos contornos. Tu mirada y la mía; tus palabras y las mías; la danza y las artes marciales; la delicadeza y la disciplina; XX y XY. Fuimos creciendo en amor, nutriendo con cada inhalación y exhalación nuestras alas angélicas, fortalecidas por el romanticismo, la seriedad y la madurez. Sin abandonar nuestra infancia, nos atamos a la edad que número tras número provoca reacciones volcánicas en la Tierra que nos ve echar raíces.

Y cimentamos nuestro ensayo de hogar, nuestros apellidos fusionados. Vemos en lontananza el curso multivariado de una vida compartida, de principio a fin, desde nuestro nacimiento en mayo hasta nuestro primer año juntos.

Vaya travesía, Amor de mi Vida: de un punto a otro de la historia, repitiendo coyunturas a diestra y siniestra, siempre nuevos, siempre auténticos, siempre nosotros, enamorados y animados con fuerza y temple, enfrentando a la más temible adversidad, con las manos entrelazadas y la declaración trisílaba que no cesa de salir de nuestros labios.

A ti, que en un año me has dado más motivos para vivir que toda una vida

6 de abril de 2011

Torre y fortaleza

Nos movemos y somos, porque unidad es la que nos corresponde


Vengan las trifulcas a romper la calma


para que estos ojos derramen su llanto.


Caigan las paredes de la enorme casa,


desplómense, arqueados, los grandes palacios.



Ábranse las nubes con lluvia estruendosa,


soplen, ventarrones, vayan implacables.


Arda todo el fuego por praderas secas


sólo haya cenizas de un tiempo agradable.



Nada nos encone, ni rompa la dicha.


No haya adversidades que siembren su miedo.


Ni los terremotos que ahogan las cimas


nos muevan, Cariño, de este firme suelo.



Somos un binomio más fuerte que el centro


de esta Tierra joven que bulle en problemas.


Nos atamos siempre con manos y cuerpo,


manteniendo firmes los pies en la arena.



Este amor es todo lo que ya nos basta.


venga lo que venga, nos guarda y apresta.


Que la paz hirviente llene nuestras almas.


Y tú aquí me tienes: torre y fortaleza.



A ti, porque voy a ser tu brillo recíproco cuando esté ocuro.



3 de abril de 2011

No soy tu ayer

Florece nuestro amor con cada latido que nos mueve

No soy tu ayer,
porque nací en la octagenaria época de la indefinida idea,
cuando las estrellas brillaban en colores múltiples
y el silencio se rompía con motores, sus rugidos intimidantes.

No soy tu ayer,
porque abrías por primera vez los ojos en el verano caluroso,
con un Sol boreal que iluminaba los jardines eternos
de flores doradas, rojizas y frescas.

No soy tu ayer,
pues mientras tú llorabas yo luchaba,
incapaz de enjugar la lluvia de mar que de tus ojos caía
con la melodía infantil que en su pequeñez engrandece al mundo.

No soy tu ayer,
porque tropecé en el camino de la ciencia y tú danzabas alegremente;
los números, teoremas y paradigmas envenenaban mi cabeza,
en tanto que las notas, compases y fouetté en tournant dibujaban senderos bellos.

No soy tu ayer,
dado que los quince colorearon en ti pétalos carmesí de tulipanes invernales,
y yo hilaba un bigote insípido por encima de mis labios oscuros
que guardaban besos, melodías, versos que enunciar.

No soy tu ayer,
porque la admiración en el capullo bullía por ojos que aún no veía,
miradas brillantes y enamoradas que la Tierra no ofrecía,
declaraciones de amor vagabundas por los vientos de Santa Ana.

No soy tu ayer,
porque la música sublime aún no estaba compuesta,
la canción no tenía letra y las hazañas no tenían protagonista.
Estabas por encontrarme y yo por encontrarte.

No soy tu ayer,
no, no lo soy.
Sé que soy tu hoy, tu ahora, tu mañana,
pero tú eres mi siempre.

A ti, por el tiempo que es un obsequio hermoso junto a ti

31 de marzo de 2011

Empapados de amor

Lo nuestro es un campo fructífero, donde no hay lugar para la sequía


Me ves llorando y no sabes si estoy
sólo pensando, si vengo o si voy.
Ve que mis ojos se llenan de horror
y de inmediato ya intuyes dolor.

Pero dentro, en el fondo,
de tu alma paciente
dibujas palabras
que escucha mi mente.
Sólo el yugo, humano,
que amenaza en vano
se desarma y me haces saber...

Será por ti, será por mí,
será por nosotros dos.
Si al despertar, aun sin dormir,
el sueño me asalta y yo
voy a vivir a plenitud
este tiempo que nos arrolla,
porque los dos, caímos ya
empapados de amor.

Los temores de diario
nos llenan de angustia.
Mas siempre tus besos
me traen con astucia
una paz sin igual,
un momento vital
que es la fuerza tan tuya y hoy...

Será por ti, será por mí,
será por nosotros dos.
Si al despertar, aun sin dormir,
el sueño me asalta y yo
voy a vivir a plenitud
este tiempo que nos arrolla,
porque los dos, caímos ya
empapados de amor.

A ti, por quien fui, soy y seré


28 de febrero de 2011

Ella es...

Tu sola presencia es la más bella de todas las flores




Ella es...
El motivo que a mis pensamientos
devuelve la calma.
La razón que motiva mis actos
y ablanda mi alma.
Un secreto que yace guardado
y quiero descubrir.

Ella es...
La mirada tranquila y sincera
que nunca se olvida.
Una esencia dulce y permanente
que trae a la vida.
Tantos sueños cumplidos en noches
aún sin dormir.

Ella es...
Ella es un poema sin nombre
la canción que en latidos se esconde.
Un regalo sublime
un espacio sin fines
en donde volar sin temor a caer.

Ella es...
Ella es el sonido del viento
es un beso que ahoga lamentos.
Sin más definiciones,
y quizá sin canciones
ella es...
Ella es...
La caricia perfecta que llega
en instantes de duelo.
El pasión convertida en persona,
es el más grande anhelo.
Esa espera paciente, sin prisa,
por algo mejor.
Ella es...
Esa miel de sabor sin igual
que reaviva mi fuego.
La mañana que habrá de afrontarse
con fuerza y denuedo.
Unos brazos que están siempre abiertos
para dar amor.
Ella es...
Ella es un poema sin nombre
la canción que en latidos se esconde.
Un regalo sublime
un espacio sin fines
en donde volar sin temor a caer.
Ella es...
Ella es el sonido del viento
es un beso que ahoga lamentos.
Sin más definiciones,
quizá sin canciones
ella es...
Ella es... mi mujer.
A ti, porque eres ella

18 de febrero de 2011

Una tarde

Tocamos el cielo con pies desnudos, con ojos cerrados y sonrisas contagiadas


Afuera llueve, las nubes parecen una cobija oscura que brinda calor al Sol, pues el invierno parece haberlo enfriado. Las gotas, ejército incansable de agua y viento, parecen disparadas desde las alturas, donde moran las almas inmortales. El aire helado es un romántico secreto que susurra a la Tierra las palabras más bellas jamás escuchadas.


Dentro de la pieza, de paredes oscuras, manchadas con cuadros que pintan a mil doncellas y corceles, duermen dos alados recostados frente a frente. Sus facciones hermosas tallan la expresión de infantes ebrios de sueño, de cansancio. Ella, él, nacidos del suelo cerúleo que aboga por los vivos, atisban a la humana virtud de convertir lo ficticio en real, con los ojos cerrados y tranquilos.

Van flotando sobre vastos campos de tulipanes amarillos, deformados por la velocidad con que se convierten en pinceladas suaves. Sienten el brío de aires veraniegos calentando sus ojos, preparándolos para ver lo más notable que la vida tiene aún por mostrar. No sueltan sus manos, no: es imposible concebirlos separados, en otros tiempos, en otros mundos. Vaya par de serafines.

¿Cuándo habrán comenzado a existir, si ninguna obra narra su historia? ¿Desde qué punto de la genética vital ya estaban dibujados sus curvas y líneas rectas, humanas o angelicales, físicas o mentales? ¿Cómo es posible que hasta en sueños vayan acompañándose, de lucidez y algarabías sin control alguno? Envidiable imagen, infantes de la eternidad, estrechan su abrazo cuando los primeros relámpagos se escuchan más allá de la tormenta.

Es un latido, acaso, lo que brevemente la despierta. Ella, de ojos oscuros y con unos labios que son fruto del Edén inmemorable, vaga con la vista por la alcoba oscurecida con los colores de la noche. Contempla los rasgos del durmiente a unos minúsculos centímetros de distancia. Sin despertarle, su mano sobrevuela por la frente y las cejas pobladas que de él son posesión, pero de ella son propiedad. Vaya sentido de pertenencia.

Finalmente, con la carga del tiempo velando su mirada dulce, ella regresa a flotar vertiginosamente sobre ese prado. Él, sin decir palabra alguna o emitir sonido, dibuja una sonrisa discreta sobre sus labios arqueados, misma que se repite cuando aprieta la mano tibia que le da seguridad. Vaya sueño, vaya gloria la que comparten, ángeles del amor mismo, serafines cariñosos e inseparables.

A ti, la más hermosa de todos los ángeles





10 de febrero de 2011

чудо

¿Cómo negar la existencia sublime del único remanso pacífico en ti?


Tú, mejor que nadie, conoces el nombre de cada uno de mis latidos, que van rápidos por la pradera de los días cuando el tiempo parece ausentarse. Le das un giro entero a las horas que fluyen en el caudal infinito de segundos intentos, de oportunidades ganadas sin haberse pedido. Tú, mejor que nadie, sabes exactamente qué me aflige, qué me alegra. ¡Cómo no agradecer la paciencia en la turbulencia de hazañas malogradas!
Ven por las tardes para hablarte frente a frente y decir que todo está de antemano bien. Permite que mi abrazo te cubra el frío de invierno, si bien has anhelado tanto como yo el refugio de la tibieza compartida, del amor manifiesto sin palabras ni versos. Quédate conmigo, Amor Mío, y escapa de las tormentas de arena y nieve que aguardan afuera.
Observa cautelosamente estas facciones que de pronto recuperan su juventud, su niñez. Ya me concediste la dicha de imprimir huellas a tu lado; ahora permíteme ser enteramente de ti, para ti. Me has dado tanto que la lista jamás la terminaría más allá de tres mil razones. Más que un arco iris, que la lluvia, más que una puesta de sol o una Luna llena, eres un milagro.
¡Y mira qué situación! Soy quien obtiene los suspiros de esa figura perfecta y tallada con manos delicadas; soy quien yace al lado de tus ojos cerrados, tu respiración pausada y el inconsciente caminar por territorios embelesados de nardos y tulipanes. Soy tuyo, prodigio de la naturaleza hecho mujer.
Quedemos en este trance maravilloso, contando estrellas fugaces y bebiendo un té caliente, mientras adentro se escucha música lenta y romántica. Sigamos en la adicción preponderante de buscar risas estridentes, notas perfectamente pautadas, texturas sin descripción y sonidos históricos que nadie ha escuchado. Permanezcamos unidos hasta que el mundo se desmorone, y después sigamos tomados de la mano, compartiendo un sudor apenas aparente, muestra del fuego que nos mueve de un lado a otro del espacio infinito.
Compongamos mil sinfonías y conciertos a este amor que estalló cuando posaste tu mirada oscura sobre la noche de mi atuendo, convirtiendo en día soleado la penumbra de un tiempo que sin ser tal se conjuga entre tú y yo. Sueño de mi vida, realidad de mis noches, nada más hay que expresarte cuando la razón se escapa y el rapto etéreo me lleva a caminar por cielos despejados donde tú aguardas. Y te veré, Ángel Paciente, mientras la luz del Sol entra por la ventana y recupero mi consciencia me invade desde un tipo de milagro que tú eres.
Milagro, es lo que eres.
A ti, evidencia de que las rotaciones cobran sentido por tu presencia