
El sino ya está trazado, sólo que no lo habíamos contemplado
Los senderos virginales marcados por nuestras huellas.
La atmósfera extranjera que se aspira en nuestro ser.
Mediodía que fluye con luz y clima templado.
Una primavera obtusa, negándose a sucumbir.
Anticipación de niños, jolgorio de la inocencia.
Losas tornasoladas que guardan cada parpadeo.
Es la paciencia que contiene los rugidos estridentes.
Es el cerúleo apellido de la tarde hermosa.
Es su compás de presurosa marcha, sin descanso.
Es el espacio que se transforma en nuestro imperio.
Es tu manera de sonreír y hacer que tus ojos brillen.
Es el silencio que se escabulle entre las sílabas.
Un caudal vertiginoso con límite de velocidad.
Algunas vueltas para llegar al sitio previamente acordado.
Decenas de anécdotas desgranándose en nuestras manos.
Conjuntos enteros de flores púrpura, digeridas con la vista.
Tablero de ajedrez con la omnipresente reina.
El alfil danzando en sus diagonales detectivescas.
Fue la noche anterior con la referencia del tema.
Fue cada pieza musical escrita con la memoria.
Fue la viva conciencia de navegar por el presente.
Fue la cotidianidad, bellamente aderezada de milagros.
Fue mi reserva para tomar la mano perfecta.
Fue tu sombra, abrazada de la mía, debajo del Sol.
Destellos polícromos que dieron la bienvenida.
Homonimia de silencios que sólo nosotros hablamos.
Sonidos enredados en la algarabía binaria.
Variables politómicas que nos confunden a ratos.
Gustos compartidos, ausentes al resto del mundo.
Humanidad bendita con la ignorancia de nuestro binomio.
Era la impresión por interpretar la pieza adecuada.
Era el solfeo que no detectarías a ciencia cierta.
Era un pueril temor para que la garganta entonara.
Era el manojo de nervios, causa de los errores.
Era la mano temblorosa entre teclas y cuerdas.
Era mi tesoro el tenerte como única espectadora.
Transpiración microscópica surgida del sueño.
Insomnio rescatado de charlas edificadas.
Coloquio de señales perceptibles a ojo desnudo.
Diáfana existencia que es lienzo inmaculado.
Lagos y oceános tras el hielo derretido.
Nubarrones acumulados con el vapor del ánimo.
Come, walk with me
through the path of these trees.
Look, hold my hand
be my reason to stay.
Over mountains and valleys
like feathers, we're flying.
And time is a jealous boy
since we are an everlasting decoy.
A ti, por quien compondría mil conciertos por cada segundo de compañía