
Cada escape de la realidad es más sencillo si estás en él
Y ahora resulta que estoy del otro lado, oyente y aprendiz, intentando atrapar ciencia y razón con una sola mano. Algunos milenios pretéritos son el tono de la cátedra, dos partes de aburrimiento por una de novedad. La historia siempre es así.
En la sinceridad, no me interesa mucho si Navigator used to navigate. Prefiero divagar, soñar despierto, pensar en la ficción, trazar líneas y facciones sobre la arena gris. Borro y continúo, prueba y error. No obstante, carezco de preparación para voltear hacia mi siniestra.
Es tu mirada la que reconozco, de montañas volcánicas y madera de los trópicos. Probablemente no soy el único que se deja secuestrar por la distracción del aburrimiento académico. Somos dos autores de una caricaturesca referencia a datos, fechas y nombres que en pocas horas estarán disueltos en un vaso de olvido fresco.
La misma prenda del primer día; curiosa observación para el nieto de la obsesividad. Bien podríamos salir del lugar como un rayo que antecede al propio trueno. Optamos, empero, por la paciencia de una cátedra monótona e insípida. Se olvida la historia de que eres un sabor característicamente misterioso, aunque sublime. Es por ello que el anterior sopor es aplastado por una sonora carcajada.
Entre redundancia y cacofonía, parecemos devorar cada minuto con un ímpetu de famélicos ante un manjar. Nada puede detenernos; a la par, la arena surcada de curvas y espirales deja ver a un barbado que no tiene nombre. De nueva cuenta, como una petición atendida, rompemos la formalidad con la risa estrepitosa. Por fortuna, puedo detenerme; por fortuna, la hilaridad no te desploma.
Por desgracia, se interrumpe la ebriedad bajo el influjo de Morpheos.
A ti, dulzura de sueños que no tienen sazón ni aroma.
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