6 de enero de 2011

Presente en mi sangre

Tú eres el remanso de sombra en un día caluroso y agreste

La vida me ofrece caminos inciertos,
anónimas sendas de dudas y miedos.
Sin conocer fines a tales trayectos
navego sin remos, derivando quedo.

Más que los consejos, escucho las risas,
críticas punzantes y escenarios crueles.
Se me van de pronto las sinceras brisas
de quien con amor me anima y sostiene.

Respiro cansado, mi espalda contracta.
Mis ojos sin sueño y el hambre implacable.
Parece que caigo, mas la esencia intacta
escucha un susurro aunque lejos hable.

Es tu voz, Dulzura, pues en lontananza
levantas la fuerza del humano sordo.
Y una sola estrofa es la que se abalanza
para hacer que vuele con tu amor a bordo.

¿Qué has visto, Mi Vida, en tus noches suaves,
cuando somnolencias vagan por tus ojos?
¿Acaso a tu amado, flotando cual ave,
derribando hielos, venciendo al enojo?

Tu piel, Ángel Mío, suave como nube,
es calor ansiado en este frío invierno,
yace entre suspiros que al éter ya suben
guardando el secreto de un amor eterno.

Presente en mi sangre, aun camine lejos
por páramos secos y estériles montes,
me abrazo a tu nombre, sonriendo perplejo,
feliz en tus ojos que son mis dos soles.

¿Adónde huyó el viento de la duda oscura?
¿Se evaporó el vaho de la ira absurda?
Los deshizo el beso que viaja en penumbras
uniéndonos vivos, que el cariño abunda.

Te amo y lo siento, lo digo y lo canto,
lo escribo en las letras que laten sin mente.
Voy saliendo a ti, Dulcísimo Remanso
porque en tu latir permanecemos siempre.

Estaremos juntos, pase lo que pase.
Ya se hizo el designio por la Eterna Mano.
Esta unión es la que un milagro hace:
nois otorga alas, de ángeles humanos.
Insisto en ternerte, presente en mi sangre,
que vida nos damos al decir "te amo".

A ti, con amor desde el fondo de mis latidos.

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