3 de abril de 2011

No soy tu ayer

Florece nuestro amor con cada latido que nos mueve

No soy tu ayer,
porque nací en la octagenaria época de la indefinida idea,
cuando las estrellas brillaban en colores múltiples
y el silencio se rompía con motores, sus rugidos intimidantes.

No soy tu ayer,
porque abrías por primera vez los ojos en el verano caluroso,
con un Sol boreal que iluminaba los jardines eternos
de flores doradas, rojizas y frescas.

No soy tu ayer,
pues mientras tú llorabas yo luchaba,
incapaz de enjugar la lluvia de mar que de tus ojos caía
con la melodía infantil que en su pequeñez engrandece al mundo.

No soy tu ayer,
porque tropecé en el camino de la ciencia y tú danzabas alegremente;
los números, teoremas y paradigmas envenenaban mi cabeza,
en tanto que las notas, compases y fouetté en tournant dibujaban senderos bellos.

No soy tu ayer,
dado que los quince colorearon en ti pétalos carmesí de tulipanes invernales,
y yo hilaba un bigote insípido por encima de mis labios oscuros
que guardaban besos, melodías, versos que enunciar.

No soy tu ayer,
porque la admiración en el capullo bullía por ojos que aún no veía,
miradas brillantes y enamoradas que la Tierra no ofrecía,
declaraciones de amor vagabundas por los vientos de Santa Ana.

No soy tu ayer,
porque la música sublime aún no estaba compuesta,
la canción no tenía letra y las hazañas no tenían protagonista.
Estabas por encontrarme y yo por encontrarte.

No soy tu ayer,
no, no lo soy.
Sé que soy tu hoy, tu ahora, tu mañana,
pero tú eres mi siempre.

A ti, por el tiempo que es un obsequio hermoso junto a ti

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