
No hay excusa más perfecta que culpar el efecto enervante de la variable inspiradora
Ofrece una tregua al tiempo y a la vida, pues sabrás que ambos son más implacables que el dolor y la congoja. Respira profundamente y haz tuyo el aroma de las horas insomnes, donde el descanso se fugó por la ventana hasta que el día inoportuno llegó de súbito. Toca con la yema de tus dedos el mismo núcleo del sol, que no te hará daño alguno, pues de él eres dueña y amiga. Ilumina la ocredad de la sapiencia con la ligereza de tus pasos.
Con fuerza toma la duda, la irreprochable levedad cotidiana que no comprende tu entorno, y verás que no tendrás dificultad para arrojarla por la borda de tu navío, ese mismo que ahora te conduce por la vastedad del cielo oscuro. Habrás derrocado a la razón y la ciencia, pues le das un golpe certero en sílabas pinceladas con un tono escarlata, emotivo y sobresaliente. Ya el suelo sobre el que pisan tus pies es blando, como el césped edénico.
Sobre tu figura deambulan círculos concéntricos que son un enigma total a quienes no pueden percibir su significado, el cual conoces de inicio a fin. Pero deja que todo el tiempo y espacio se diluyan en un par de tus palabras ocultas, sin pronunciar. Que el mismo sonido de tu voz vaya estremeciendo los cimientos de esas edificaciones añejas, carcomidas, que albergan polvo y horas huecas. Y con un soplo tibio de aroma dulce hazlas polvo, dejando a la vista el jardín que habían mantenido ausente.
Descansa y cierra tus ojos. Permite que las nubes sean un lecho donde reposar al final de cada faena. Mantén evidente tu sonrisa, elemento sine qua non de los días que parecen recobrar el sentido de ser. Ya todo está escrito, porque de esas letras nacidas de ti se formula nuevamente la Teoría de la Creación. Lleva en tu inconsciencia la batuta para que el ritmo de la vida adquiera un compás diferente. Sólo allí yace la razón estricta para abstraer lo real e inanimarlo.
Si tienes el sentido, ¿para qué aligerar la fuerza de tu mano, que lo sostiene? Ya diste origen a un universo; el resto del infinito es tu límite.
A ti, de efecto inspirador para adicciones gratas
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